miércoles, 25 de junio de 2014

Sobre la Fiesta de San Josemaría.

Hola a todos nuevamente.

El pasado viernes 20 de junio, el Real graduó a su XXIII Generación de High School. Un motivo grande para estar de fiesta. Tuvimos la foto de Generación, la Misa de Acción de Gracias en el Oratorio del Colegio y el Acto Académico en la Cafetería. Después fue la Cena con las familias de los Graduados. 

En esta ocasión los alumnos que recibieron Beca de Honor fueron David Arreguín y Esteban López. La Beca de Honor, es el mayor reconocimiento que imparte el instituto.




Queremos compartirles que el 26 de junio es Fiesta de San Josemaría. Y queremos invitar a todos nuestros lectores a la Misa en su honor, que presidirá el Arzobispo de San Luis Potosí, Exmo. Don Jesús Carlos Cabrero Romero.

Además, queremos compartir este artículo con motivo de esta fiesta.
Nos leemos pronto.

EL PAPA ESTÁ EN GUERRA

El miércoles 13 de marzo del 2013, al atardecer, en la Plaza de San Pedro una multitud aguarda, expectante, orando quienes habían acudido movidos por su fe. Es apenas el segundo día del Cónclave. Hay quienes llevan todo el día, firmes en su lugar, aguantando incomodidades. Los profesionales de los medios informativos no pierden detalle. Ellos también  son víctimas de las incomodidades, pero su presencia en el Vaticano es indispensable. Les corresponde llevar al mundo la noticia de una elección, tan relevante que amerita cualquier sacrificio por parte suya y de los miles que, como ellos, dan pruebas de paciencia. Otra multitud, sin presenciarlo en Roma, aprovecha para ello cualesquier medio de comunicación que tengan al alcance.
Ochenta y cinco años antes de llegar el Papa Francisco al pontificado, San Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, ya invitaba a rezar por Papa entonces reinante… y por quienes sean el  Pontífice de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana al correr de los siglos. Contará siempre con el respaldo espiritual de los fieles de esta Prelatura y de la mayoría de quienes participen, ahora y más adelante, de la labor apostólica de la Obra de Dios, traducción del nombre latino Opus Dei. El amor filial hacia el Padre común de la cristiandad es auténtico en Escrivá de Balaguer. Y gracias a él, ese amor de hijo ha prendido en el corazón de cuantos acepten su consejo de encenderlo.
Juan Pablo II se refiere a Escrivá de Balaguer como ‘el santo de lo ordinario’. En su pontificado  ha puesto en práctica lo que este santo expresa, de que la Prelatura está para servir a la Iglesia como la Iglesia quiere ser servida. ¿Quién mejor que el Romano Pontífice y los Obispos en comunión con él conocen las necesidades de la Iglesia Católica y en quién y en qué pueden apoyarse, de acuerdo a su carisma?
En cuanto al Opus Dei se refiere, San Josemaría, sus sucesores y sus Vicarios, los mantendrán al tanto de cuanto realiza en cada Diócesis esa parcela de la Iglesia que es la Prelatura y, en cada caso, ven la mejor manera de secundar con diligencia las peticiones específicas que reciban. El mismo Juan Pablo II,  el Papa polaco, ahora santo, tan venerado en nuestra Patria, afirma que la Prelatura del Opus Dei existe para “anunciar la llamada universal a la santidad y para indicar que la vida de todos los días, las actividades comunes, son camino de santificación. La vida diaria, vista así, revela una grandeza insospechada. La santidad está realmente al alcance de todos”.
En 1946, veintitrés de junio para ser precisos, San Josemaría pisa Roma por vez primera. Por fin se hace realidad su ilusión de estar en la Ciudad Eterna ‘para ver a Pedro’, en alusión a los sucesores del primer Papa que hubo en la Iglesia. Emprende el viaje enfermo. Su recorrido desde España resulta agobiante durante  las horas interminables que pasa dentro de un barco, en un compartimento pequeño, sin luz ni ventilación natural. Las olas embravecidas no dan tregua. El deterioro de su salud aumenta. Con todo, Escrivá aprovecha el tortuoso viaje rezando por el Santo Padre,  entonces Pío XII, muy conocido por haber dirigido la Iglesia durante la Segunda Guerra Mundial. Pío XII llega a interesarse por conocer mejor el Opus Dei. Lo consigue gracias a las explicaciones que le brinda Mons. Álvaro del Portillo, primer sucesor de Josemaría Escrivá a la muerte de éste, a quien Su Santidad Francisco decretó que sea beatificado este 27 de septiembre.
Desde el céntrico departamento romano donde se hospedó San Josemaría en Roma, aquel año 1946, la vista domina la plaza de San Pedro y el ala del Vaticano donde se encontraban las habitaciones del Papa, Su acompañante de viaje en la travesía se retira a dormir en cuanto puede. Escrivá de Balaguer, en cambio, pasa su primera noche romana en constante oración. Dirige con frecuencia su mirada hacia donde el Papa descansa. Con fervor y sinceridad, repetirá con cierta frecuencia el fundador del Opus Dei aquello que dejó escrito en el punto 573 de ‘Camino’: “Gracias, Dios mío, por el amor al Papa que has puesto en mi corazón”. E impulsa para que sea cada vez mayor el número de quienes se propongan colocar al Romano Pontífice entre las prioridades de su oración.
El Papa Juan XXIII, quien convoca y da comienzo al Concilio Vaticano II, ha sido declarado santo hace casi dos meses por el Papa Francisco. En su pontificado, Juan XXIII  deja en claro su agradecimiento a Dios por contar en la Iglesia con instituciones –tiene presente al Opus Dei- incondicionales a él, en cuanto Vice-Cristo en la tierra. San Josemaría, como es natural, permanece atento y secunda con cariño de hijo las disposiciones del Papa. Es indudable que cada Romano Pontífice combate, de acuerdo a sus características personales, una guerra sin tregua, que busca para los hombres todos  la victoria de esa paz que sólo Dios da, la paz interior.
En su momento, el Cardenal Giovanni Battista Montini, futuro Paulo VI, posterior a Pío XII y Juan XXIII, comprende con profundidad  el camino de santidad que Dios hizo ver a San Josemaría. Esto conduce a la amistad entre ambos, tan honrosa como apreciada por el Fundador. Montini aprovecha su desenvoltura en la Curia Romana para ser un valioso apoyo en el complejo proceso que enfrenta Escrivá de Balaguer en la Santa Sede, en la cuestión jurídica.
Volvemos a Roma, el citado miércoles del 2013. De manera sorpresiva, aunque ya esperada, el mismo 13 de marzo, sale humo blanco desde una chimenea ubicada en la Capilla Sixtina. En este recinto, como es sabido, resaltan las inigualables pinturas acerca del Juicio final, obra del magistral artista italiano Miguel Ángel. El humo blanco es la señal esperada por todos. Gritos, ovaciones emocionadas, cantos, aplausos, multitud de banderas al aire, hasta lágrimas incontenibles, brotan de la multitud. Minutos más tarde, el Cardenal argentino Mario Bergoglio, Arzobispo de Buenos Aires, da su primer mensaje al mundo y su bendición como Romano Pontífice.
 Cuando era Arzobispo en su natal Argentina, Francisco, el primer Romano Pontífice de origen latinoamericano y religioso jesuita, llega a apoyarse en la Prelatura para que sus fieles saquen adelante lo que les indica. Le rinden cuentas con un trabajo bien hecho, del todo satisfactorio, porque caracteriza al Opus Dei su mensaje de santificación del trabajo ordinario. En noviembre, siete meses después de su llegada al pontificado, Francisco envía un mensaje dirigido a Javier Echevarría, actual Obispo Prelado del Opus Dei. El Secretario de Estado del Papa Francisco afirma en su nombre que Su Santidad  “dirige a todos su afectuoso saludo, con el deseo de que el precioso ejemplo de la vida sacerdotal del santo Fundador, precursor del Concilio Vaticano II al proponer la llamada universal a la santidad, suscite en todos los fieles de la gran familia del Opus Dei una renovada certeza de que el creyente, en virtud del bautismo que lo incorpora a Cristo, está llamado a ser santo y a colaborar con su trabajo cotidiano a la salvación de la humanidad”.
Bien se nota que, dentro de la Iglesia, al igual que tantos y tantos creyentes y demás personas de buena voluntad, un sacerdote, Josemaría Escrivá de Balaguer, y la Prelatura del Opus Dei, mantendrán en la mira a los Romanos Pontífices de antaño, quien rige la Iglesia Católica ahora, y los Papas que gobiernen esa Iglesia los siglos venideros. La cristiandad no dejará de reforzar su guerra de paz divina con el amor filial, fidelidad y oraciones que hacen fuerte al representante máximo de Cristo en la tierra.



Javier Galindo Michel